domingo, 23 de mayo de 2010

UN FANTASMA REAL

El país es un mar de confusiones. Con un futuro incierto para el ciudadano común. Aquellos que acudieron a las urnas el pasado 20 de abril de 2008, de seguro se estarán tomando de la cabeza y dirán, "¡Qué hicimos!". Pero también, vale decir que opciones no había en ese entonces. Entre una candidata impuesta gracias al orgullo de un gobernante como lo era, Blanca Ovelar y Fernando Lugo, un fenómeno de la política con auras de profeta que anunciaba la buena nueva a una ciudadanía hastiada de la corrupción gubernamental. Lugo hizo para la oreja a la gente, con su slogan de "Cambio Seguro". Supo dar en el blanco, en la terminología que la ciudadanía paraguaya pedía a gritos. "Cambio".

Pero a dos años y algo, las espectativas del concepto de esa palabra quedan en una anécdota más de la historia político-electoral del Paraguay. Una expresión de deseo, tal vez. O también puede se un marketing electoralista que tuvo resultados, a nivel político, pero nada para el país en general.
El presidente Fernando Lugo no solo no puede gobernar, sino que tampoco como hacerlo. La improvisación a estas alturas ya es alevosa. Su entorno maquiavélico ya tiene marcada una línea a seguir, en cuanto a los intereses políticos de los mismos. Ya tienen un movimiento formado y reconocido, de manera meteórica, por la Justicia Electoral. El M-20, quierase o no es el sector político de Gobierno, su líder es el jefe del Gabinete civil de la presidencia, Miguel López Perito, considerado por muchos como el "monje negro" del presidente. Aquella sombra dentrás del mandatario que mueve piezas e incide en decisiones.
La inseguridad, cada vez más sobrepasada por los organismos de seguridad, es otro adversario del jefe de Estado, que hasta ahora no pudo superar. Para eso, tanto las Fuerzas Armadas y la Policía, tampoco colaboran demasiado. La novela entre estos dos grupos cuya tarea es dar seguridad al país, sigue su libreto cuando exaspera a la ciudadanía los robos, asesinatos, atentados, amenazas y actos de secuestros a los empresarios que invierten en el país.
Los celos entre las FFAA y los policías, increiblemente vale más que dar seguridad, es el tema a ser atendido por el jefe de Estado y no tanto las estrategias contra un minúsculo pero bien entrenado grupo armado como el autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP). La Policía es corrupta de raíz, la información de que estarían protegiendo a este grupo criminal, cobra fuerza, ante unas autoridades que se encuentran atadas de pies y manos, sin saber qué hacer para depurar el cuadro policial.
La aparición del EPP y los juegos entre FFAA y Policía, han valido burlas de la prensa internacional, quienes creen que son fantasmas o una especie de Jasy Jateré (niño rubio de la milogía guaraní, que pasea por los montes y se vuelve invisible ante el ojo de las personas). Tal vez, la inoperancia de las autoridades encargadas de los organismos de seguridad y los mismos uniformados, den pie para para estas burlas. Lo cierto es que la población paraguaya siente la inseguridad a flor de piel. Existen secuestrados y por ende secuestradores. Han matado en otros casos a rehenes. Los llamados "motochorros" es una realidad que azota en las calles de Asunción y del país mismo. Los asaltos en ómnibus sos constantes y los domiciliarios crean pánico en la población.
Serán fantasmas, pero son reales al mismo tiempo. Y eso es lo que vale para temer, y del otro lado para llevar adelante planes de contigencia para dar seguridad a la población, que hoy en día ya no duerme con los cambios prometidos por Lugo, sino que duerme con los que vienen para el 2013, que así como se lee, serán más de lo mismo siguiendo de esta manera la película.

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